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jueves, 6 de julio de 2017




Lamentablemente se lo que se siente… Al principio te sentís vacía, como una botella descartable que usaron y desecharon, no te sentís tuya, no te sentís ¿Donde estas? Vení.
Automáticamente después te sentís sucia… Sentís la necesidad de lavarte, mucho, primero con agua, luego jabón, refregas y repetís. Así las primeras 4 o 5 veces, hasta que te das cuenta que no es suficiente, probás con una esponja y refregas más fuerte… La piel algo rozada pero aun sucia… Probas con algo de alcohol, para limpiar más profundo. Aun sucio… pensas en la lavandina, para desinfectar… Y aun sigue sucio… Se te ocurren miles de productos y sustancias más para probar pero en el fondo sabes que no va a funcionar que ni el agua, se va a llevar el recuerdo, ni el alcohol va a quemar el dolor, y menos la lavandina va a desinfectar el asco que estás sintiendo, porque la lógica te grita que no es la piel lo que está sucia, sino que tu alma lleva una mancha, más oscura que la misma noche. Un dolor profundo, que se guardará ahí, donde se siente más fuerte el latido...